martes, 19 de octubre de 2010

Cáncer de mama: ¿Me puede ocurrir a mí?...


Autoras: M. Luz Carro Menéndez & Susana López Díaz

El cáncer de mama cambia la vida a miles de mujeres cada año en todo el mundo. Familia, amigos, trabajo, relaciones sexuales, imagen corporal... No hay ningún aspecto de la vida que pueda escapar al impacto que supone este diagnóstico. … Para ellas, el cáncer de mama está presente en sus vidas cada día, aunque es el 19 de octubre, el día elegido para teñirse de rosa y recordar a quienes conviven con esta enfermedad.

En realidad, la palabra cáncer procede del pensamiento mágico de hace siglos, cuando esta dolencia se equiparaba al cangrejo, probablemente por su avanzar impredecible y característica apariencia, que recordaban la forma en que se extiende e infiltra esta dolencia. Hoy en día, seguimos sin saber exactamente el significado y sus causas últimas, aunque sí conocemos que se produce por una anormal multiplicación de células desde una determinada localización en nuestro cuerpo.

Por supuesto, el proceso normal es que las células crezcan, se desarrollen y mueran dentro de un desarrollo equilibrado destinado a asegurar las necesidades del organismo. Pero cuando cambian, dejan de diferenciarse, de madurar apropiadamente y crecen desordenadamente, entonces aparece un tumor por exceso de multiplicación de sus componentes. Una vez ocurrido esto, desde el foco original, las células pueden pasar al sistema linfático o a la sangre. De esta manera se produce la metástasis a ganglios u órganos, donde las células colonizan, se adaptan al nuevo tejido y vuelven a crecer.

En el caso que nos ocupa, el cáncer de mama, recibe esta denominación el resultado del crecimiento de tejido canceroso en una glándula mamaria. Este tipo de cáncer es uno de los más antiguamente conocidos y descritos, así, existen datos sobre tumoraciones mamarias en la medicina egipcia, y más concretamente referidos a neoplasias malignas, en la medicina griega y romana.

Un papiro llamado de Ebers, descubierto en 1872, al que se atribuye una antigüedad de unos 3.000 años a. J, ya alude en una de sus páginas a 8 mujeres con tumores en la mama. Como es lógico, en este momento no se utilizaba el término cáncer porque no fue propuesto hasta el siglo IV a. J. por Hipócrates, el llamado padre de la Medicina moderna.

Un tiempo más tarde, a principios de nuestra Era, Celso ya intentaba extirpar cánceres de mama.

En 1290, el doctor Lanfranchi, establece los principios de la cirugía científica, los cuales proponen una estrategia terapéutica que más tarde se mostraría trascendental: las intervenciones radicales y precoces del cáncer de mama.

En el siglo XVII destaca el doctor Wiseman, un cirujano excelente que formuló y llevó a la práctica, indicaciones concretas acerca de la posibilidad de curación en función de la localización de los cánceres. En esencia, para este profesional el cáncer era una lesión local, curable quirúrgicamente, que se extendía a través de los conductos linfáticos y tendía a recidivar.

En el siglo XIX la cirugía experimentó un gran adelanto, gracias al descubrimiento de la anestesia, por Morton, y de la antisepsia, por Semmelweiss. Surgen entonces, las primeras y grandes escuelas de cirugía.

En cáncer de mama, el doctor Halsted introdujo la técnica de la extirpación radical, que incluía la de la mama, los músculos pectorales y el tejido linfático –ganglios de la axila-. Aquí aparecen propiamente los primeros intentos curativos de esta patología.

En la actualidad, el cáncer de mama es la neoplasia maligna más frecuente en la mujer y el tumor que mayor incidencia tiene en nuestro país, suponiendo la primera causa de muerte en mujeres entre 40 y 55 años. Y la tendencia es creciente, sobre todo, en los países desarrollados, aún cuando la tasa de mortalidad ha disminuido en los últimos años, beneficios que se atribuyen a los programas de detección precoz y a los avances en el tratamiento sistémico.

Los factores de riesgo más importantes son el sexo femenino y la edad. Aún así, es importante señalar que en la mayoría de las mujeres que lo sufren no es posible identificar circunstancias previas como condicionantes favorables a la enfermedad.

En otro orden de cosas, el cáncer constituye, con carácter general, una enfermedad paradigmática para el estudio de la adaptación humana ante los problemas de salud. Más concretamente, el cáncer de mama es una patología especialmente adecuada para el estudio del afrontamiento, desde un punto de vista teórico y empírico, tanto por el número de personas afectadas como por la tendencia cada vez mayor a convertirse, en parte gracias a los avances biomédicos, en una enfermedad crónica de muy larga evolución. Pero fundamentalmente, porque a pesar de los progresos en el control de esta enfermedad, el diagnóstico, tratamiento y recuperación, siguen configurando situaciones potencialmente muy estresantes.

La justificación se encuentra en que las pacientes se enfrentan a toda una serie de situaciones extremadamente complejas y cambiantes para las que con frecuencia, no están preparadas. Desde las pruebas exploratorias y la espera de resultados, al diagnóstico, la valoración de tratamientos a seguir, la intervención quirúrgica con la correspondiente hospitalización, los tratamientos complementarios como la radioterapia y la quimioterapia, los controles periódicos durante la fase de intervalo libre de enfermedad, el tratamiento de la recidiva o la metástasis, el manejo de las situaciones avanzadas de enfermedad hasta, en algunos casos, el proceso de enfermedad avanzada y terminal.

En este contexto, el afrontamiento puede definirse como el esfuerzo orientado hacia el intento de manejar, reducir o tolerar, las situaciones percibidas como desbordantes o que ponen a prueba los recursos de una persona. Sin embargo, los estudios recientes conllevan una gran diversidad conceptual y de modelos, y pese al avance de los planteamientos teóricos, suelen aparecer dificultades a nivel empírico a la hora de explicar la diversidad respuestas humanas ante la adversidad. Por tanto, no existe consenso sobre cuantas estrategias de afrontamiento hay que diferenciar, por qué estas y no otras, bajo qué circunstancias se utilizan, qué función tienen, cómo interactúan entre sí y con los sistemas más amplios de comportamiento, etc. Y por si todo esto fuera poco, unos investigadores han utilizado nombres diferentes para referirse a lo que parece ser la misma estrategia, mientras que otros han utilizado el mismo nombre para hacer referencia a estrategias de afrontamiento distintas.

Ante esta situación, y dado que en la actualidad se están abriendo paso nuevas posibilidades de prevención y curación de la enfermedad. Las autoras pensamos que podría parecer adecuado intentar obtener información empírica sobre cómo afrontan las pacientes de cáncer de mama su enfermedad, en un momento relevante en que se enfrentan a ella y analizar la posible existencia de relaciones entre diferentes formas de afrontarla. Esta información podría facilitar o sugerir nuevos enfoques del problema y ser útil para apoyar modelos desarrollados desde planteamientos teóricos y empíricos diferentes. Bajo estas premisas, ya se están sentando los pilares de futuras líneas de investigación que sin duda, supondrán importantes avances a medio y largo plazo.


sábado, 11 de septiembre de 2010

A la zaga del más agresivo de los tumores cerebrales...




Autor: Kelvin M. Piña Batista

El cáncer cáncer es una de las principales causas de muerte en España y cerca de 1.500.000 casos nuevos serán diagnosticados en Europa durante los próximos meses, de entre los cuales, más de 550.000 personas morirán, con toda probabilidad. Aún así, no es posible obviar que los avances en la detección, diagnóstico y tratamiento han aumentado la tasa de supervivencia, si bien, sólo en algunos casos.

En el caso concreto de los tumores del cerebro, los gliomas en adultos, representan el 40% de las neoplasias primarias cerebrales, mientras que el glioblastoma multiforme llega al 50%. Se trata de un tipo de tumor del sistema nervioso central de crecimiento rápido que se forma a partir de tejido glial o de sostén del cerebro y, desafortunadamente, es la variable más maligna y frecuente.

Los esfuerzos empleados durante años para mejorar la calidad de vida y la superviviencia de estos enfermos han sido múltiples, pero aún así, el tiempo de sobrevida es corto, con 14 meses en promedio tras el diagnóstico. Resultado al margen del empleo de radioterapia, quimioterapia y las técnicas más avanzadas en cirugía.

Estas y otras razones derivadas del trato diario con pacientes, me han llevado a tomar esta patología como objeto de estudio para una reciente investigación de la que aquí se presenta un breve resumen.

Como decía, el GBM es una neoplasia muy agresiva, cuyos hallazgos anatomopatológicos pueden resumirse brevemente en lo siguiente: presencia de astrocitos gemistocíticos, neovascularización con proliferación endotelial, zonas de necrosis y células pseudoempalizadas que las circundan. Todo esto sin mencionar los factores relacionados con su alto índice mitótico y proliferativo.

Con bastante frecuencia afecta a personas adultas localizándose en los hemisferios cerebrales, que presentan lesiones usualmente de carácter unilateral, aunque en los casos que afectan al tronco encéfalo y cuerpo calloso, entonces pueden aparecer simétricamente bilaterales. El diagnóstico histológico está basado principalmente en la atipia nuclear y la actividad mitótica, y precisamente por su naturaleza invasiva, no pueden ser resecados completamente, a pesar de los progresos alcanzados en la técnica quirúrgica, apoyados por la radio y quimioterapia.

El origen celular del GBM es un tópico de considerable controversia e investigación. Estudios recientes han sugerido que un subgrupo de células cancerígenas, indistintamente llamadas células propagadoras del cáncer podrían iniciar el crecimiento de diferentes tipos de células cancerosas y asimismo, ser las responsables de la resistencia terapéutica.

Existen muchos patrones para la clasificación de los glioblastomas multiformes. Usualmente, se reslata la división en primarios, con un desarrollo rápido e historia clínica breve, y secundarios, con una historia clínica relativamente más larvada. También existe la división en superficiales y profundos, aunque poco se ha reportado en la literatura al respecto, haciendo hicapié, entre otros elementos, en el patrón de crecimiento, biología molecular y vía de transformación. La evidencia científica actual resalta que estas dos presentaciones se diferencian, aparte de los datos ya señalados, por la diferencia de edad y las rutas genéticas utilizadas. Además, los GBMs superficiales tienen tendencia a evolucionar hasta hacerse profundos.

El diagnóstico clínico se caracteriza por una historia clínica usualmente corta (de menos de 3 meses en más del 50% de los casos) y los signos y síntomas derivan, de forma habitual, del aumento de la presión intracraneal (cefaleas, nauseas, vómitos y papiledema). Más de una tercera parte de los paciente pueden experimentar además, un ataque epiléptico.

En cuanto a los mecanismos de invasión, se han descrito un gran número de mediadores. Con carácter general, la PTN, MK y ALK parecen jugar un rol importante en la supervivencia celular, mostrando relación con la progresión tumoral. De hecho, tanto la MK como la PTN, según la literatura, están asociados con la progresión de un gran número de tumores. Sin embargo, algunos, como los cerebrales, expresan niveles más elevados de PTN que de MK. En este punto, se debe resaltar que una alta expresión de MK una baja expresión de PTN, se asocian con un mal pronóstico.

Posiblemente, en la búsqueda de factores biológicos que limitasen dicha progresión pudiera estar una alternativa para prolongar la vida de estos pacientes. En los resultado de mi estudio se verifican hallazos anteriores en el sentido de que aquellos pacientes que presentan el GBM profundo tienen menor indice de supervivencia. En estos casos, posiblemente favoreciendo la formación desmoplasica se limitaría la progresión tumoral, pues se puede apreciar que aquellos pacientes con GBMs superficiales presentan más desmoplasia (medida por la COL 11) y mejor supervivencia relativa.


miércoles, 27 de enero de 2010

¿Es usted pesimista? Pues, siga siéndolo...

Dedicado, con todo cariño, a mi colega Leticia....
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Tal vez, empezar uno de los primeros artículos del año citando a un beodo no sea lo más apropiado, pero, vaya, éste es un texto sobre el pesimismo.... Así que dejadme que empiece contando la historia de Sileno. Sileno era un sátiro de la mitología griega a quien se atribuía el don de la sabiduría cuando estaba ebrio. Una vez el rey Midas le preguntó qué era lo mejor que le podía pasar a un hombre. A lo que el clarividente bebedor respondió: ‘Lo mejor para todos los hombres y mujeres sería no nacer. Si nace, lo mejor que le puede pasar a un hombre es morir rápido’.

No es una reflexión muy reconfortante, la verdad, pero Sileno ha tenido desde entonces un buen puñado de fans. Desde el filósofo griego Hegesias, quien en el siglo III a. C. instaba a sus semejantes a dejarse morir de hambre, a Arthur Schopenhauer -‘Nuestra vida oscila entre el dolor y el hastío’-, Jean-Paul Sartre -‘El hombre no es feliz y muere’- o Woody Allen -‘Naces, enfermas y mueres. Y lo mismo le pasa a todos los que te rodean sin que nadie entienda nada’-.

Paradójicamente, ese pesimismo les ha podido ayudar en la vida. Suena como el colmo del optimismo, pero un buen número de estudios realizados en los últimos años sugieren que ciertas dosis de pesimismo pueden ser beneficiosas. Por el contario, el optimismo puede ser peligroso. Y, desde luego, lo que resulta absolutamente nocivo es tratar de convertir en optimista a un pesimista.

Julie K. Norem, profesora de Psicología de la Universidad de Wellesley, en EEUU, lleva más de 20 años investigando las virtudes del pesimismo. En 2001 publicó un libro titulado El poder positivo del pensamiento negativo. ‘Lo de ‘tranquilo, todo saldrá bien’ no siempre es cierto’, escribe Norem. ‘Intentar adoptar una actitud positiva cuando sentimos ansiedad puede ser incluso perjudicial. Un anfitrión que no considere la posibilidad de una intoxicación alimentaria puede ser poco cuidadoso con el sushi y acabar enviando realmente a sus invitados al hospital’.

La psicóloga estadounidense ha identificado lo que ella llama pesimistas defensivos, hombres y mujeres que ante un acontecimiento futuro se marcan expectativas muy bajas y se torturan previendo todas las posibilidades de fracaso para saber cómo reaccionar. A menudo son personas de éxito profesional y social, pero siguen sometiéndose al castigo de los nervios porque es la manera más eficaz que han encontrado de combatir la ansiedad.

Norem también apunta en su libro posibles beneficios del pesimismo para la salud. O más exactamente, perjuicios del optimismo. Varias docenas de estudios han sugerido que los optimistas tienen la presión sanguínea más baja o que se recuperan antes tras una operación cardiaca y, otros ensayos, apuntan a que el pesimismo podría beneficiar nuestro sistema inmunológico.

Con mejor o peor sistema inmunológico, lo cierto es que los pesimistas están en minoría. La tendencia generalizada a esperar lo mejor, incluso con los indicios en contra, está más que documentada. No es que veamos el vaso medio lleno o medio vacío. Es que la mayoría lo vemos completamente lleno incluso cuando está completamente vacío.

Un fenómeno parecido se observa en las empresas. Los optimistas dan menos problemas y hacen de mejor gana lo que diga el jefe, pero a juicio de muchos consultores, lo inteligente sería infiltrar a un pesimista en un equipo de optimistas. Son frecuentes los casos de empresas lastradas por exceso de optimismo.

La actual crisis es un buen ejemplo: las expectativas de revalorizaciones estratosféricas de activos inmobiliarios han generado una apertura del grifo de crédito que ha acabado por estrangular a algunos bancos. Aunque ahora sería de agradecer cierto optimismo para reactivar el consumo, en el pasado reciente una dosis de pesimismo respecto a la pretendida revalorización de la vivienda ad infinitum habría sido muy saludable.

No sé si pesimismo es la palabra adecuada, porque tiene connotaciones negativas’, tercia el economista Fernando Trías de Bes, en su ensayo El hombre que cambió su casa por un tulipán, ‘pero con un poco más de cautela o realismo la situación se habría atajado’. Trías de Bes analiza cómo funcionan las burbujas financieras y describe lo que llama síndrome del necio, uno de cuyos síntomas es dejarse llevar por ese optimismo irracional. ‘Cuando todo va bien, la gente no quiere malas noticias, pero muchos emprendedores han triunfado precisamente por estar siempre pendientes de las malas noticias’. Célebre es el lema de Andrew Grove, cofundador de Intel, el primer fabricante de procesadores informáticos del planeta:’Sólo los paranoicos sobreviven’.
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