Durante las últimas décadas ha aumentado tanto el número de personas aquejadas de trastornos mentales como el número de terapias farmacológicas, psicológicas y de otra índole para su tratamiento. ¿Nos encontramos ante una nueva epidemia debida al estilo de vida actual o existen otras razones que explican el aparente deterioro de la salud mental? Ésta es la principal cuestión que Marino Pérez Álvarez, psicólogo y catedrático de la Universidad de Oviedo, ha puesto de manifiesto en la VI Jornada Anual “La prevención de los trastornos mentales: el camino más corto”, que la Fundación Manantial ha presentado en el Hospital Gregorio Marañón, en Madrid.
“Muchos de los problemas de la vida cotidiana se magnifican y llegan a convertirse en trastornos mentales”. Éste es el caso de la timidez tradicional, que hoy llega a diagnosticarse como ansiedad o fobia social. “También sucede con las personas que acuden a las consultas refiriendo cambios de humor y que son diagnosticados de trastorno bipolar”. En este sentido ha afirmado que “considerar los trastornos mentales como enfermedades es sencillamente una falacia”. Según estima Pérez Álvarez, no se puede utilizar el término enfermedad para referirse a los trastornos psicológicos. “Se cree que denominarlo así puede reducir el estigma que sufren los pacientes con problemas de salud mental; sin embargo, precisamente se consigue el efecto contrario”. Así, considera prioritario “llamar a las cosas por su nombre” como primer paso para prevenir los trastornos mentales. “De esta forma evitaremos introducir innecesariamente al supuesto paciente en el circuito del diagnóstico y la medicalización”.
Por otra parte, Pérez Álvarez asegura que muchos trastornos psicológicos se relacionan con lo que él denomina hiperreflexibilidad o auto-objetivación. “La base de algunos trastornos psicológicos reside en que muchas personas tienden cada vez más a centrar la atención en uno mismo, a reflexionar excesivamente sobre el cuerpo y la mente propios”. Según el psicólogo, esto lleva a desarrollar a largo plazo problemas mentales como los trastornos de la alimentación, “considerando que el fenómeno de la auto-objetivación se dé con mayor frecuencia en niñas y mujeres”.
“Muchos de los problemas de la vida cotidiana se magnifican y llegan a convertirse en trastornos mentales”. Éste es el caso de la timidez tradicional, que hoy llega a diagnosticarse como ansiedad o fobia social. “También sucede con las personas que acuden a las consultas refiriendo cambios de humor y que son diagnosticados de trastorno bipolar”. En este sentido ha afirmado que “considerar los trastornos mentales como enfermedades es sencillamente una falacia”. Según estima Pérez Álvarez, no se puede utilizar el término enfermedad para referirse a los trastornos psicológicos. “Se cree que denominarlo así puede reducir el estigma que sufren los pacientes con problemas de salud mental; sin embargo, precisamente se consigue el efecto contrario”. Así, considera prioritario “llamar a las cosas por su nombre” como primer paso para prevenir los trastornos mentales. “De esta forma evitaremos introducir innecesariamente al supuesto paciente en el circuito del diagnóstico y la medicalización”.
Por otra parte, Pérez Álvarez asegura que muchos trastornos psicológicos se relacionan con lo que él denomina hiperreflexibilidad o auto-objetivación. “La base de algunos trastornos psicológicos reside en que muchas personas tienden cada vez más a centrar la atención en uno mismo, a reflexionar excesivamente sobre el cuerpo y la mente propios”. Según el psicólogo, esto lleva a desarrollar a largo plazo problemas mentales como los trastornos de la alimentación, “considerando que el fenómeno de la auto-objetivación se dé con mayor frecuencia en niñas y mujeres”.
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